
El árbol de la vida es una instalación multi sensorial caracterizada por una compenetración profunda entre seres humanos y naturaleza. El eje central, una encina (Quercus ilex), árbol autóctono del barrio, representa el fulcro simbólico en transformación de un círculo formado por 5 siluetas. Con el tiempo la copa del árbol cubrirá toda la superficie del círculo que se convertirá en una volta celeste de hojas.
Cada una de las figuras es una narración sensible de la hibridación con la naturaleza y del vínculo profundo que une los seres humanos con su entorno natural. Representa una metáfora del ciclo de la vida, que une los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego) en un mapa de conexiones de todas las formas vivas de la Tierra, abarcando la totalidad de la existencia, conectando al ser humano con su entorno, tanto en el plano físico, como en el espiritual.
Sus raíces profundamente arraigadas en la Tierra simbolizan la base sólida de nuestra experiencia y tradiciones, mientras que sus ramas que se extienden hacia el cielo representan el crecimiento y la expansión de la conciencia.
Desde las antiguas civilizaciones hasta las religiones contemporáneas, “El árbol de la vida” ha sido interpretado de diversas maneras, pero su esencia esencialmente sigue siendo la misma: la vida en constante movimiento, evolución y conexión.
En esta geografía inclusiva, cada ser vivo está intrínsecamente relacionado con su entorno y la manifestación de una fuerza conjuntamente única que fluye a través de todo el universo.
“El árbol de la vida” nos recuerda la importancia de respetar todas las formas de vida de la Tierra.
EL ÁRBOL: ENCINA (QUERCUS ILEX)
Los árboles tienen la forma corporal del viento (Poema Zen de Zenrin Kushu).
Se trata de una especie que encaja a la perfección con la simbología del árbol de la vida y del árbol cósmico.

La Encina es el “Árbol Rey”, el árbol sagrado por excelencia, cuya veneración ha permanecido inalterable durante siglos y que hoy hemos olvidado. Todo en la sociedad Ibero céltica giraba en torno a la encina centenaria, el árbol sagrado protector del pueblo que constituiya el eje en torno al cual se organizaba la vida del pueblo, su gobierno, sus leyes, sus ceremonias sagradas y sus festividades populares.
El Árbol Cósmico, axis mundo, conecta la tierra con el cielo y atraviesa todas las culturas: la tradición cabalística, la religión cristiana, el Islam y todos los pueblos nórdicos, eslavos, etc…

Teofanías vegetales: Cada Árbol viene considerado como una teofanía. Análogamente, el hombre se considera como un árbol volcado, como nos recuerda Platón en el Timeo, considerando el ser humano como una planta cuyas raíces tienden al cielo y las ramas hacía la tierra.
No podríamos elegir árbol más representativo, icónico e inclusivo para el epicentro (axis mundi) de nuestra instalación.
La Encina Quercus Ilex es, además, uno de los árboles autóctonos de Carabanchel.
Para todos nostr@s, además, es importante contribuir a crear y a potenciar una relación sensorial entre los vecinos y una obra de arte pensada expresamente para ellos en el barrio de Carabanchel donde viven.
A este propósito, durante la inauguración de la instalación, queremos acompañar la descripción y la historia del proyecto con unas acciones performáticas que ayuden los vecinos a formar parte de la obra anulando la distancia entre instalación artística y espectador.

HACÍA MI DOVINA PRESENCIA – ATAR HILOS DE COLOR (LOS LAZOS DEL CORAZÓN) PARA CREAR UN VÍNCULO CON EL ÁRBOL
Mediante el hilo crearemos un vínculo personal con el árbol para reconectarnos de nuevo con la naturaleza. A él confiaremos nuestros deseos más íntimos apoyándonos en la energía de los colores.
A través de este vínculo se plantea un respeto mutuo entre hombre y naturaleza, para devolver al árbol el lugar simbólico del que ha sido despojado por el antropocentrismo.
Dos acciones principales son realizadas con este instrumento ritual: enlazar y desear. Los gestos efectuados con estos lazos del corazón resultan cruciales para conectar con el mundo natural que nos rodea estableciendo una relación íntima con el árbol.
El color representa el lenguaje de las emociones. Cada persona podrá escoger el hilo de color que más lo represente y unir su historia con la historia del árbol. El hilo de color se convierte en un talismán, uno mi historia sensorial con la fuerza del árbol con la fuerza vibratoria de un color.






