
Nel suo libro Narciso Joachim Gasquet, scrive, “Il mondo è un immenso Narciso che sta pensando.” Dove potrebbe pensarsi meglio che davanti alle sue immagini?
I miei Narcisi, persone che sono uscite da gravi malattie, non guardano solo sé stesse ma tutto il microcosmo che si racchiude nel loro corpo e prendono coscienza della loro immagine, nella sua complessità. L’endorfina-cosmo riflessa (con alcuni messaggi subliminali di guarigione) li seduce. Un’immagine senza forma (eros), ma intrisa della forza fecondante della corporeità e dell’energia li cura perché li seduce alla cura.
Il riflesso un poco vago, leggermente ipnotico, li fa scivolare in un sogno così dolce da poter includere Pan e Eco, e bearsi delle loro differenze…
Insomma, ho trasformato i ritratti in tanti Narcisi Cosmici, in simboli incandescenti in cui prendere coscienza della propria anima e del proprio corpo, congiungere l’umano e il divino, sogno e realtà colmando l’immenso vuoto che separa i due mondi…
Sono nati dei ritratti cellulari, in cui sono confluiti tutti gli studi sulla felicità da un punto di vista biologico, che in alcuni casi diventano dei ritratti trifasici come il sonno.
L’immagine diventa un riflesso, immerso in un mondo che lo spettatore può solo intuire, uno spazio sinattico e visionario, dove incontrare l’Angelo del Volto, la propria Daena. I lineamenti sono trasfigurati dai messaggi subliminali di guarigione.
Anche da un punto di vista neurobiologico, le immagini acquistano un senso. Le perle della collana, alcuni dettagli degli abiti o dei ritratti, diventano – a scale diverse- le vescicole dei neurotrasmettitori pronte a stabilire nuove configurazioni sinattiche e l’onda che si riflette sul viso o sul corpo, determina il terminal degli assoni. Senza saperlo, in modo visionario, ho immerso il riflesso delle immagini in una rappresentazione di quello che i biologi chiamano potenziale d’azione.
Si tratta di un ritratto in-sight che lascia possibilità aperte… Terapeutico? Onirico? Il ritratto di un paesaggio interiore e invisibile che confonde le sembianze e le rasserena?
En su libro Narciso Joaquim Gasquet escribe “El mundo es un inmenso Narciso que está pensando.” ¿Dónde podría pensarse mejor que delante de sus imágenes?
Mis Narcisos, personas que han salido de graves enfermedades, no miran sólo en sí mismas sino en todo el microcosmos que se encierra en su cuerpo y toman conciencia de su imagen en su complejidad. La endorfina-cosmos reflejada (con algunos mensajes subliminales de curación) les seduce
Una imagen sin forma (Eros) pero impregnada de la fuerza fecundante de la corporeidad y de la energía les sanas porque les seduce a la curación
El reflejo un poco vago, ligeramente hipnótico, les hace deslizarse en un sueño tan dulce que es capaz de incluira Pan y Eco, y deleitarse de sus diferencias…
En suma, he transformado los retratos en muchos Narcisos Cósmicos, en símbolos incandescentesdonde tomar conciencia del alma y del propio cuerpo,juntando lo humano y lo divino, sueño y realidad, colmando el inmenso vacío que separa los dos mundos…
Han surgido así los retratos celulares donde han confluido todos los estudios sobre la felicidad desde un punto de vista biológico, que en algunos casos se convierten en retratos trifásicos como el sueño.
La imagen se transforma en un reflejo, sumergido en una dimensión que el espectador sólo puede intuir, un espacio sináptico y visionario,donde encontrar El Angel del Rostro, su propia Daena.
Desde un punto de vista neurobiológico también las imágenes adquieren un sentido.
Las perlas del collar, algunos detalles de los trajes o de los retratos, se transforman – con escalas distintas – en vesículas de neurotransmisores listas para establecer nuevas configuraciones sinápticas y la ola que se refleja en la cara o sobre el cuerpo, determina el terminal de los axones. Sin saberlo, de una forma visionaria, he sumergido el reflejo de las imágenes en una representación de lo que los biólogos llaman potencial de acción.
Se trata de un retrato in-sight que deja abiertas todas las posibilidades…
¿Terapéutico? ¿Onírico? ¿El retrato de un paisaje interior e invisible que confunde los rasgos y los conforta?
Los retratos celulares (serie de nuevos Narcisos Cósmicos) forman parte de la última investigación multidisciplinar de Claudia Bonollo, el cuerpo imaginado. La investigación artística que ha sido seleccionada por Bernard Légé, responsable de los proyectos de investigación de “les Rencontres de Image et Science” (emanación del CNRS francés), y por el Director de CAMERA “Conseil Audiovisuel Mondial pour les Etudes et les Réalisations sur l’Art”, se ha convertido en un proyecto expositivo de envergadura internacional. Se trata de un trabajo multimedia que conjuga los últimos descubrimientos científicos, los estudios de la luz, del color y de lo imaginal llevados a cabo por la artista durante veinte años. La idea es crear espacios del arte, unas instalaciones multisensoriales que transformen la arquitectura en un espacio sensible, en el cual los visitantes de la exposición no sean simples espectadores sino partes integrantes de las obras. Las proyecciones alteran la percepción del espacio, desarrollan estados alterados de conciencia, casi hipnóticos y una general sensación de bienestar.

…“Las grandes células pueden leerse a varios niveles: como retratos clásicos y especulares, como elementos puramente decorativos, y finalmente como dispositivos activadores de un espacio “otro”. Aún así, y a pesar de los diversos grados de complejidad de las lecturas, en todas ellas existe un espacio propio. En el retrato especular se trata del espacio narcisista marcado por la distancia entre el yo y el reflejo, que inevitablemente incorpora todo aquello que queda entre nuestro cuerpo real y nuestro cuerpo retratado, es decir la realidad exterior, en la obra. En la decoración se trata del espacio arquitectónico en su versión más pura y disciplinar, el muro activado por la vibración del color y la textura, de la luz emanante y de la superficie viva, el espacio cartesiano materializado en la percepción que realizamos de él. En el dispositivo activador se parte de lo anterior, pero yendo más allá, proyectando el cuerpo hacia el soporte físico de la obra, en un diálogo espacial biunívoco, íntimo, que mezcla parte de los dos espacios anteriores al incorporar el aparato psico-fisiológico del espectador, retratado o no, a la propia obra y a su entorno espacial inmediato. El espectador de la obra de arte, en particular del retrato, introduce en el espacio un ingrediente que salva al espacio de los extremos, tanto del exceso de aire como de opuesto, la asfixia….
… El espectador no es simplemente subyugado o seducido, se deja seducir, sucumbe por voluntad propia, aportando su sistema físico-fisiológico como herramienta de construcción de ese espacio sensible no material…”
… En un retrato celular el cuerpo escapa el propio límite cutáneo, incluso energético o térmico de su presencia, para proyectarse libremente sobre el soporte arquitectónico anulando su materialidad y sustituyéndola por un nuevo límite más flexible e inmaterial.
El cuerpo inside-out se convierte así en una herramienta de construcción sensorial del espacio de posibilidades ilimitadas, ya sean meramente estéticas o más especializadas, rituales, terapéuticas, seudo-religiosas, o narcóticas.
El valor e importancia del trabajo de Bonollo no radica en absoluto en sus efectos… ni en sus cualidades materiales o estéticas para el espectador externo no retratado, sino más bien en sus posibilidades como herramienta, en su constitución como sistema con leyes propias.
… Las propuestas de Claudia Bonollo no se restringen al marco de la pieza de arte, sino que tienen una clara vocación por construir, desde su materialidad luminosa, atmosférica y psicológica, un espacio de estas características…
Estos espacios niegan la arquitectura, la sustituyen por el propio cuerpo sin caer en la analogía, la metáfora o cualquier tropo lingüístico.
En el incremento de las responsabilidades del artista se sigue que éste debe ir mucho más allá de la colonización de los espacios materiales, del amueblamiento nómada y crítico-discursivo de los “espacios para el arte” institucionales, hasta llegar a proponer auténticos “espacios del arte”… En el trabajo de Bonollo queda sólo cuerpo y espacio.”
(Fernando Quesada, Los espacios celulares en el trabajo de Claudia Bonollo, 2004)
Pubblicazione catalogo, Il corpo immaginato
